Ethan se acerca a nosotros corriendo y examina le herida desde arriba. Cuando me ve arrodillada en el suelo, blanca como el papel y temblando, me aparta delicadamente.
-Ya me encargo yo- Dice sin mirarme y empezando a desinfectar el brazo. Jeremy grita de dolor cuando el alcohol entra en contacto con su piel afectada, y sin poder aguantarlo más, me levanto tambaleándome y subo al piso de arriba. Con la cabeza dándome vueltas salgo a la terraza situada entre el estudio y mi habitación. La cálida brisa de finales de verano me acaricia el rostro, haciendo que mi malestar se vaya con ella. Apoyada en la barandilla, observo las vacías calles del centro de Nueva York. Están desiertas, tan solo iluminadas por tenues luces procedentes de las farolas, silenciosas, abandonadas, tranquilas por fin después de un ajetreado día de trabajo. La luna, que ofrece siluetas fantasmagóricas entre las sombras, está tan hermosa como siempre y a la vez tan amenazadora. Me quedo horas, o eso es lo que a mí me parece, arropándome en la noche, examinando cada rincón al que mis ojos pueden llegar, sintiéndome un pequeño pez en un mar lleno de tiburones, un triste títere sin cabeza manejado por las cuerdas de una sociedad capitalista, hipócrita y mezquina.
-Ya está- me sobresalto al oír la voz de Ethan, pero me quedo parada donde estoy- está abajo, en el sofá, dormido- prosigue, como si no le hubiese escuchado bien claro la primera vez.
Asiento ligeramente siendo incapaz de hablar, con la mirada fija en una noche borrada de estrellas, por culpa de las luces nocturnas de la ciudad.
-¿Qué te pasó ahí abajo? ¿Por qué no reaccionaste?- se acerca a donde estoy yo, situándose a mi lado, apoyando los codos en la barandilla y agachando la cabeza.
Yo me encojo de hombros, no me apetece hablar sobre mi problema con la sangre y las heridas.
-Bueno me voy a dormir- dice al ver que no va a obtener conversación por mi parte.
-Espera- le agarro del brazo antes de que entre en la casa- Gracias por ayudarle- se encoje de hombros dándome a entender que lo habría hecho por cualquiera en cualquier momento.- Ayúdame a llevarlo a mi cuarto- le pido entrando definitivamente y cerrando la puerta de la terraza, a estas horas ha empezado a refrescar ligeramente, y mi pijama es demasiado fino como para protegerme del frío.
-¿Por qué a tu habitación?
-No voy a dejar que duerma en el sofá, y tú estás ocupando la única habitación de invitados que tengo.
-¿Y tu dónde vas a dormir?- pregunta con el ceño fruncido.
-Con él.
Me mira de forma extraña, como si no lo comprendiese del todo. No sé a dónde quiere llegar a parar, pero tampoco tengo tiempo para averiguarlo. Entre los dos, bueno en realidad Ethan hace todo el trabajo, yo solo le molesto, subimos a Jeremy a mi habitación. Cuando lo tumbamos en la cama Ethan se va. Cuando me quedo sola con Jeremy, le quito la ropa y la echo al cubo para lavar, dejándolo solo con los calzoncillos. Empiezo a limpiarle todos los rastros de sangre del cuerpo. Cuando termino lo meto entre las frías sabanas y yo voy a ducharme. Pequeñas riadas de agua enrojecida por la sangre pegada a mi cuerpo, va resbalando por la bañera. Salgo del baño con el pelo mojado y el pijama ya puesto y me acurruco al lado de Jeremy, abrazándome fuertemente a él para sentir su respiración, y finalmente me quedo dormida con el suave movimiento de su pecho.
Todo está tranquilo, la oscuridad de mi habitación, a pesar de ser ya de día, o eso creo, permite que siga en un pequeño estado de duermevela. Sin querer levantarme aún de la cama, pero sin ganas para volver a dormirme. Me giro en la cama y palpo el hueco vacía que hay en el otro lado de la cama. Espera, ¿Hueco vacío? Repentinamente me incorporo tirando las sábanas al suelo, esto no está bien. Jeremy tendría que estar a mi lado. Empiezo a recordar todos los sucesos de la pasada noche, los siento difusos y entremezclados, como si se tratase de un sueño, pero sé perfectamente lo que pasó, y se perfectamente que en la cama tendríamos que ser dos personas y no solo una. Cuando estoy a punto de levantarme para ir a buscarlo, la puerta del baño que hay en mi dormitorio se abre y de ella sale Jeremy, tapado únicamente con una toalla color canela atada a la cintura, con pequeñas gotas de agua en su pecho y espalda, y con su intenso pelo negro mojado, tapándole toda la cara. Su sonrisa se hace patente al ver mi cara de disgusto y se acerca sin hacer el menor ruido hasta la cama. Se sienta a mi lado, hundiendo considerablemente el colchón, haciendo que me desequilibre ligeramente hacia su lado. Me mira fijamente a los ojos, y cogiéndome la cara con ambas manos me da un ligero beso en los labios.
-¿A qué viene esto?- pregunto sin entender nada.
-Es mi forma de darte las gracias por lo que hiciste ayer por mí- Sus ojos están serios, sintiéndose verdaderamente en deuda conmigo.
-¿También se lo piensas pagar así a Ethan?- Mi pregunta le deja falsamente indignado y pone cara de pocos amigos.
-Esto es solo especial para ti, para él tengo otra cosa en mente- y diciendo eso, vuelve a besarme, pero esta vez con más pasión, con más dureza, algo que me excita y aleja todos los malos recuerdos de mi cabeza. Para mi, Jeremy es solo un amigo, pero no voy a negar que es condenadamente sexy, y que todas las veces que hemos acabado liados, me he sentido como nunca. Así que dejo que esta sensación vuelva a apoderarse de mí, y le devuelvo los besos, las caricias y los susurros con la misma fuerza. Pero el momento de pasión repentina dura poco, se ve interrumpido por la odiosa entrada de Ethan, que ni si quiera se ha molestado en llamar a la puerta. Ambos, Jeremy y yo, nos escondemos bajo las sábanas, tapando nuestros cuerpos desnudos. El rato de tensión dura unos pocos segundos.
-Se suele llamar a la puerta.- Mi voz suena dura y cortante, como cientos de afiladas cuchillas.
-No tengo tiempo para eso, tenemos visita.- Suena como si le importase una mierda haber entrado en mi habitación sin anunciarse.
Ethan se va dando un portazo, malhumorado, como si tuviésemos la culpa nosotros de todos sus problemas, como si el hecho de habernos pillado en una situación incómoda hubiese estado planeado por nosotros.
Jeremy se levanta rápido de la cama y se pone unos pantalones vaqueros un poco anchos y una camiseta roja, todo dado por Ethan claro.
Cuando termino de vestirme, bajamos las escaleras al encuentro de nuestra “cita”. Ni él ni yo decimos ni una palabra, Jeremy sabe que estoy cabreada y que en estos momentos es mejor no decirme nada, a no ser que quiera que salte sobre él.
Cuando llego al piso de abajo, veo a Raily en mi cocina, preparándose una taza de café como si estuviese en su casa. Con la pulcritud que le caracteriza, vestido con traje negro del mismo color que sus profundos ojos, una camisa blanca impoluta y una corbata rojo sangre. Su pelo rubio ceniza engominado hacia atrás, y su rostro perfectamente afeitado, sin ninguna marca de cortes o de irritación.
No sé si es por el hecho de haberme despertado antes de mi horario, o el haber sido interrumpida por Ethan, pero tengo unas ganas locas de patearle el culo a Ray, sin tener ningún motivo concreto, aparte del de haberme jodido la existencia metiendo al gilipollas este en mi casa.
-¿Qué pasa Ray, no tienes una casa donde desayunar?- mi frase va seguida de un profundo bostezo, tras el cual, me siento en el taburete colocado enfrente de la barra de la encimera que separa la cocina del salón.
-Yo también me alegro de verte princesa- dice mientras le da un buen trago a su café, y después me extiende una taza.
Pruebo su contenido mirándole intensamente a los ojos, intentando descifrar que es lo que hace aquí. Uhmm delicioso, café con un poco de leche y tres cucharadas de azuzar, tal y como me gusta. El silencio invade la habitación, en el cual, Ethan y Jeremy nos miran alternativamente, registrando nuestras expresiones y movimientos. Pero me canso enseguida, no soy de las que saben esperar pacientemente así, que ruedo los ojos y le insto a Ray con la mirada a que hable antes de que le eche a patadas de mi apartamento, cosas que lógicamente sería mi muerte si lo hiciese, pero es una ocurrencia bastante graciosa y tentadora.
Raily me mira sonriente y sale de la cocina encaminándose a uno de los sofás de cuero del salón, sentándose cómodamente, estirando los brazos y las piernas mientras se enciende un cigarro. Me ofrece uno, el cual acepto de buena gana, y me siento en la mesilla que está en frente, en la cual pretendía poner los pies.
-Tenemos problemas- su voz es tranquila, como siempre, como si el hecho de decir que tenemos problemas es como decir que la sopa de sobre está sosa- y graves, creo que me están investigando.
-¿Qué coño estás diciendo Ray?- no entiendo bien a qué viene todo esto, siempre pensé que Ray era intocable- No puedes hablar enserio.
-Completamente, mis guardaespaldas han observado patrullas de la policía secreta apostadas en mi casa.- Eso es imposible, ni siquiera yo sé donde vive.
Me froto las sienes ya que un repentino dolor de cabeza amenaza con matarme.
-¿Qué necesitas?
-Necesito que empieces tu próxima misión antes de tiempo- levanta una mano para indicarme que me calle antes de que pueda protestar- Esta es especial, no quiero que robes nada, solo necesito que investigues, accede a la base de datos de la policía, infíltrate en cualquier comisaría y averigua quien me está investigando, cómo y por qué. Lo quiero todo, nombres, fechas, direcciones… Todo Kayla, quiero a esos cabrones fuera de mi vida, y te necesito a ti para conseguirlo, nadie más puede hacer esto.
Me quedo callada digiriendo lo que acaba de decirme, no es un trabajo en el que este especializada, pero si Ray confía en mí lo haré.
-Está bien, pero necesitaré ayuda.- Me jode reconocerlo, pero infiltrarse en la policía, acceder a su base de datos, recopilar toda la información que Raily me pide, no es algo que pueda lograr sola.
-Para eso tienes un compañero.
Asiento en dirección a Ethan que está serio, sin intención ninguna de intervenir en la charla.
-Quiero también a Jeremy en esto, y a Sophie.
-¿Por qué a ellos?- pregunta Ray incorporándose en el sofá y apoyando los codos en las rodillas.
-Jeremy acaba de perder a su compañero, Eric- veo el asentimiento que Raily le dedica a Jeremy, consciente del dolor que eso le provoca a mi amigo- lo quiero en mi equipo, me ayudará a elaborar el plan, y necesito a Sophie, es implacable a la hora de usurpar otras identidades, y necesito su cerebro.
Ray asiente y nos mira a los tres, sabiendo que su vida en libertad depende de nosotros. Sin más palabras me da un beso en la mejilla y se va del apartamento, dejándome con un intenso dolor de cabeza, y más de cien interrogantes. Me tiro en el sofá cual larga soy, y cierro los ojos en busca de un poco de tranquilidad.