La perfección mata, la sabiduría comete un error cada día

Vacaciones en la playa^^

jueves, 30 de junio de 2011

Bueno después de no se cuantos días sin actualizar aquí me tenéis, pero que sepáis que ha sido todo por una buena causa, ya que cuando por fin termine los malditos exámenes me fui con mis amigas unos días a la playa a disfrutar del verano que bien merecido nos lo teníamos. Creo que nunca me lo había pasado tan bien, y aun que hubo algunos pequeños rocecillos no pasa nada.

Ya hecho de menos nuestras conversaciones el la terraza de empalmada, nuestros líos en la cocina y la mierda que había en todo el piso.
Nada más llegar nos pegamos media hora andando para llegar a mi casa, porque sí, desgraciadamente fuimos a mi piso en salou y lo dejamos hecho una mierda, eso de que las chicas somos más ordenadas es una completa mentira. En cuanto pisamos el piso medianamente recogidito lo dejamos todo patas arriba, sacando las camas, las maletas por medio, la mesa llena de mierda después de la comida, en fin, somos un desastre, no me imagino viviendo solas, cosa que nos tocará a la mayoría al año que viene. Pero sin duda, lo peor era a la hora de arreglarse para salir por la noche, imaginaos ocho chicas, bueno en realidad nueve que teníamos a mi prima por ahí trabajando, para ducharnos, peinarnos, pintarnos y vestirnos, los líos de no encontrar la ropa que queríamos, las planchas del pelo que nos resultaban escasas ya que no había enchufes para todas, los espejos sumamente pequeños para que cupiésemos bien para poder pintarnos sin salirnos, lo típico de ay necesito esto dejámelo y te presto lo otro, el tener que recoger la cocina llena de mierda después del desastre de la cena estresadas porque era ya la 1 y teníamos que bajar para beber antes de irnos de fiesta. En fin un caos, pero sin duda el mejor caos de mi vida, sobre todo la última noche, yendo a la discoteca que llegamos a las 3 y saliendo ya amanecido el día cuando cerraron, irnos de empalmada a la playa bañándonos en sujetador y bragas para después ir a por los biquinis y quedarnos dormidas a las 8 de la mañana en la playa y despertarnos a las dos horas rodeadas de gente que no hacían más que mirarnos y cuchichear. Y lo peor de todo que con el cansancio que llevábamos no teníamos tiempo para dormir, había que ir a hacer la comida y recoger la casa, encontrar todas las cosas que habíamos dejado perdidas y limpiar los suelos, los cristales y la ducha. Por suerte, y la cosa más extraña, llegamos puntuales para coger el autobús de vuelta a Zaragoza, donde aprovechamos esas tres horas de viaje para dormir, aunque no las pudimos aprovechar bien del todo ya que el conductor parecía que quería dejarnos como pajaritos, hacía un frío de narices.
Han sido las mejores vacaciones de mi vida, y aunque han resultado escasas, al año que viene serán más y mejor, porque lo importante no es adonde vayas sino con quien lo hagas y sin duda yo tengo a las mejores amigas a mi lado, con las que nunca podré aburrirme. Os quiero mucho chicas, esto habrá que repetirlo cada año.





Hoy va por ellos.

sábado, 18 de junio de 2011

Hoy quiero hacer una entrada muy especial para mí. Hoy va por mis chicos. Desde hace unos meses estoy como voluntaria en un centro de ocio para niños con discapacidad intelectual en Zaragoza.

Es especial porque estos niños son especiales. Mucha gente los margina, los trata mal o se ríe de ellos, pero a mi me han cambiado completamente. Sí, reconozco que soy una persona que no soporta a los niños pequeños, pero ellos son diferentes, hacen que les cojas cariño nada más verlos, y cada vez que voy me esperan con una sonrisa de oreja a oreja que hace que nunca quiera marcharme de allí, son personas super cariñosas, y aunque muchos no lo crean son muy inteligentes. Disfrutas haciéndoles reir, jugando con ellos, es algo totalmente diferente que no sabría ni como describir.



Estos niños han conseguido ablandar mi corazoncito, que ya es decir, jajaja. Son un amor, os recomiendo a todo el que lo lea que aunque sea solo una vez vayáis a algún centro de estos y los veáis y podáis jugar con ellos, entenderéis porque hago esto. En serio, te cambia la forma de pensar, te dejan una sensación... es que no sé como explicároslo, pero es muy gratificante trabajar con ellos, por lo menos para mí lo es.

Espero que os guste está entrada, para mí es muy especial.

Capítulo 5: Ladrones

domingo, 12 de junio de 2011

Ethan se acerca a nosotros corriendo y examina le herida desde arriba. Cuando me ve arrodillada en el suelo, blanca como el papel y temblando, me aparta delicadamente.
-Ya me encargo yo- Dice sin mirarme y empezando a desinfectar el brazo. Jeremy grita de dolor cuando el alcohol entra en contacto con su piel afectada, y sin poder aguantarlo más, me levanto tambaleándome y subo al piso de arriba. Con la cabeza dándome vueltas salgo a la terraza situada entre el estudio y mi habitación. La cálida brisa de finales de verano me acaricia el rostro, haciendo que mi malestar se vaya con ella. Apoyada en la barandilla, observo las vacías calles del centro de Nueva York. Están desiertas, tan solo iluminadas por tenues luces procedentes de las farolas, silenciosas, abandonadas, tranquilas por fin después de un ajetreado día de trabajo. La luna, que ofrece siluetas fantasmagóricas entre las sombras, está tan hermosa como siempre y a la vez tan amenazadora. Me quedo horas, o eso es lo que a mí me parece, arropándome en la noche, examinando cada rincón al que mis ojos pueden llegar, sintiéndome un pequeño pez en un mar lleno de tiburones, un triste títere sin cabeza manejado por las cuerdas de una sociedad capitalista, hipócrita y mezquina.
-Ya está- me sobresalto al oír la voz de Ethan, pero me quedo parada donde estoy- está abajo, en el sofá, dormido- prosigue, como si no le hubiese escuchado bien claro la primera vez.
Asiento ligeramente siendo incapaz de hablar, con la mirada fija en una noche borrada de estrellas, por culpa de las luces nocturnas de la ciudad.
-¿Qué te pasó ahí abajo? ¿Por qué no reaccionaste?- se acerca a donde estoy yo, situándose a mi lado, apoyando los codos en la barandilla y agachando la cabeza.
Yo me encojo de hombros, no me apetece hablar sobre mi problema con la sangre y las heridas.
-Bueno me voy a dormir- dice al ver que no va a obtener conversación por mi parte.
-Espera- le agarro del brazo antes de que entre en la casa- Gracias por ayudarle- se encoje de hombros dándome a entender que lo habría hecho por cualquiera en cualquier momento.- Ayúdame a llevarlo a mi cuarto- le pido entrando definitivamente y cerrando la puerta de la terraza, a estas horas ha empezado a refrescar ligeramente, y mi pijama es demasiado fino como para protegerme del frío.
-¿Por qué a tu habitación?
-No voy a dejar que duerma en el sofá, y tú estás ocupando la única habitación de invitados que tengo.
-¿Y tu dónde vas a dormir?- pregunta con el ceño fruncido.
-Con él.
Me mira de forma extraña, como si no lo comprendiese del todo. No sé a dónde quiere llegar a parar, pero tampoco tengo tiempo para averiguarlo. Entre los dos, bueno en realidad Ethan hace todo el trabajo, yo solo le molesto, subimos a Jeremy a mi habitación. Cuando lo tumbamos en la cama Ethan se va. Cuando me quedo sola con Jeremy, le quito la ropa y la echo al cubo para lavar, dejándolo solo con los calzoncillos. Empiezo a limpiarle todos los rastros de sangre del cuerpo. Cuando termino lo meto entre las frías sabanas y yo voy a ducharme. Pequeñas riadas de agua enrojecida por la sangre pegada a mi cuerpo, va resbalando por la bañera. Salgo del baño con el pelo mojado y el pijama ya puesto y me acurruco al lado de Jeremy, abrazándome fuertemente a él para sentir su respiración, y finalmente me quedo dormida con el suave movimiento de su pecho.

Todo está tranquilo, la oscuridad de mi habitación, a pesar de ser ya de día, o eso creo, permite que siga en un pequeño estado de duermevela. Sin querer levantarme aún de la cama, pero sin ganas para volver a dormirme. Me giro en la cama y palpo el hueco vacía que hay en el otro lado de la cama. Espera, ¿Hueco vacío? Repentinamente me incorporo tirando las sábanas al suelo, esto no está bien. Jeremy tendría que estar a mi lado. Empiezo a recordar todos los sucesos de la pasada noche, los siento difusos y entremezclados, como si se tratase de un sueño, pero sé perfectamente lo que pasó, y se perfectamente que en la cama tendríamos que ser dos personas y no solo una. Cuando estoy a punto de levantarme para ir a buscarlo, la puerta del baño que hay en mi dormitorio se abre y de ella sale Jeremy, tapado únicamente con una toalla color canela atada a la cintura, con pequeñas gotas de agua en su pecho y espalda, y con su intenso pelo negro mojado, tapándole toda la cara. Su sonrisa se hace patente al ver mi cara de disgusto y se acerca sin hacer el menor ruido hasta la cama. Se sienta a mi lado, hundiendo considerablemente el colchón, haciendo que me desequilibre ligeramente hacia su lado. Me mira fijamente a los ojos, y cogiéndome la cara con ambas manos me da un ligero beso en los labios.
-¿A qué viene esto?- pregunto sin entender nada.
-Es mi forma de darte las gracias por lo que hiciste ayer por mí- Sus ojos están serios, sintiéndose verdaderamente en deuda conmigo.
-¿También se lo piensas pagar así a Ethan?- Mi pregunta le deja falsamente indignado y pone cara de pocos amigos.
-Esto es solo especial para ti, para él tengo otra cosa en mente- y diciendo eso, vuelve a besarme, pero esta vez con más pasión, con más dureza, algo que me excita y aleja todos los malos recuerdos de mi cabeza. Para mi, Jeremy es solo un amigo, pero no voy a negar que es condenadamente sexy, y que todas las veces que hemos acabado liados, me he sentido como nunca. Así que dejo que esta sensación vuelva a apoderarse de mí, y le devuelvo los besos, las caricias y los susurros con la misma fuerza. Pero el momento de pasión repentina dura poco, se ve interrumpido por la odiosa entrada de Ethan, que ni si quiera se ha molestado en llamar a la puerta. Ambos, Jeremy y yo, nos escondemos bajo las sábanas, tapando nuestros cuerpos desnudos. El rato de tensión dura unos pocos segundos.
-Se suele llamar a la puerta.- Mi voz suena dura y cortante, como cientos de afiladas cuchillas.
-No tengo tiempo para eso, tenemos visita.- Suena como si le importase una mierda haber entrado en mi habitación sin anunciarse.
Ethan se va dando un portazo, malhumorado, como si tuviésemos la culpa nosotros de todos sus problemas, como si el hecho de habernos pillado en una situación incómoda hubiese estado planeado por nosotros.
Jeremy se levanta rápido de la cama y se pone unos pantalones vaqueros un poco anchos y una camiseta roja, todo dado por Ethan claro.
Cuando termino de vestirme, bajamos las escaleras al encuentro de nuestra “cita”. Ni él ni yo decimos ni una palabra, Jeremy sabe que estoy cabreada y que en estos momentos es mejor no decirme nada, a no ser que quiera que salte sobre él.
Cuando llego al piso de abajo, veo a Raily en mi cocina, preparándose una taza de café como si estuviese en su casa. Con la pulcritud que le caracteriza, vestido con traje negro del mismo color que sus profundos ojos, una camisa blanca impoluta y una corbata rojo sangre. Su pelo rubio ceniza engominado hacia atrás, y su rostro perfectamente afeitado, sin ninguna marca de cortes o de irritación.
No sé si es por el hecho de haberme despertado antes de mi horario, o el haber sido interrumpida por Ethan, pero tengo unas ganas locas de patearle el culo a Ray, sin tener ningún motivo concreto, aparte del de haberme jodido la existencia metiendo al gilipollas este en mi casa.
-¿Qué pasa Ray, no tienes una casa donde desayunar?- mi frase va seguida de un profundo bostezo, tras el cual, me siento en el taburete colocado enfrente de la barra de la encimera que separa la cocina del salón.
-Yo también me alegro de verte princesa- dice mientras le da un buen trago a su café, y después me extiende una taza.
Pruebo su contenido mirándole intensamente a los ojos, intentando descifrar que es lo que hace aquí. Uhmm delicioso, café con un poco de leche y tres cucharadas de azuzar, tal y como me gusta. El silencio invade la habitación, en el cual, Ethan y Jeremy nos miran alternativamente, registrando nuestras expresiones y movimientos. Pero me canso enseguida, no soy de las que saben esperar pacientemente así, que ruedo los ojos y le insto a Ray con la mirada a que hable antes de que le eche a patadas de mi apartamento, cosas que lógicamente sería mi muerte si lo hiciese, pero es una ocurrencia bastante graciosa y tentadora.
Raily me mira sonriente y sale de la cocina encaminándose a uno de los sofás de cuero del salón, sentándose cómodamente, estirando los brazos y las piernas mientras se enciende un cigarro. Me ofrece uno, el cual acepto de buena gana, y me siento en la mesilla que está en frente, en la cual pretendía poner los pies.
-Tenemos problemas- su voz es tranquila, como siempre, como si el hecho de decir que tenemos problemas es como decir que la sopa de sobre está sosa- y graves, creo que me están investigando.
-¿Qué coño estás diciendo Ray?- no entiendo bien a qué viene todo esto, siempre pensé que Ray era intocable- No puedes hablar enserio.
-Completamente, mis guardaespaldas han observado patrullas de la policía secreta apostadas en mi casa.- Eso es imposible, ni siquiera yo sé donde vive.
Me froto las sienes ya que un repentino dolor de cabeza amenaza con matarme.
-¿Qué necesitas?
-Necesito que empieces tu próxima misión antes de tiempo- levanta una mano para indicarme que me calle antes de que pueda protestar- Esta es especial, no quiero que robes nada, solo necesito que investigues, accede a la base de datos de la policía, infíltrate en cualquier comisaría y averigua quien me está investigando, cómo y por qué. Lo quiero todo, nombres, fechas, direcciones… Todo Kayla, quiero a esos cabrones fuera de mi vida, y te necesito a ti para conseguirlo, nadie más puede hacer esto.
Me quedo callada digiriendo lo que acaba de decirme, no es un trabajo en el que este especializada, pero si Ray confía en mí lo haré.
-Está bien, pero necesitaré ayuda.- Me jode reconocerlo, pero infiltrarse en la policía, acceder a su base de datos, recopilar toda la información que Raily me pide, no es algo que pueda lograr sola.
-Para eso tienes un compañero.
Asiento en dirección a Ethan que está serio, sin intención ninguna de intervenir en la charla.
-Quiero también a Jeremy en esto, y a Sophie.
-¿Por qué a ellos?- pregunta Ray incorporándose en el sofá y apoyando los codos en las rodillas.
-Jeremy acaba de perder a su compañero, Eric- veo el asentimiento que Raily le dedica a Jeremy, consciente del dolor que eso le provoca a mi amigo- lo quiero en mi equipo, me ayudará a elaborar el plan, y necesito a Sophie, es implacable a la hora de usurpar otras identidades, y necesito su cerebro.
Ray asiente y nos mira a los tres, sabiendo que su vida en libertad depende de nosotros. Sin más palabras me da un beso en la mejilla y se va del apartamento, dejándome con un intenso dolor de cabeza, y más de cien interrogantes. Me tiro en el sofá cual larga soy, y cierro los ojos en busca de un poco de tranquilidad.

¿En qué mundo vivimos?

martes, 7 de junio de 2011

Esta entrada es diferente a todas las que he hecho, igual no coincide con la imagen del blog, pero creo que es la más importante hasta ahora, puede parecer absurdo que lo haga ahora después de tanto tiempo, pero esque hoy, mientras veía la tele me hervía la sangre al escuchar la indiferencia con la que un señor, un político, hablaba sobre la vida de personas civiles, de niños incluso, como si no tuviese valor, como si ellos fuesen peones y carecieran de importancia en un mundo donde la guerra está a la ordén del día, las palabras de este señor me han hecho darme cuenta de la crueldad de las personas, pensamos que nosotros somos diferentes, que no hacemos daño a nadie, pero nuestra indiferencia y pasividad ante las desoladoras imagenes que vemos día a día en la televisión es peor que cualquier guerra.
Este.. sinceramente no sé ni siquiere si merece ser llamado señor o incluso persona, decía ante una cámara, que la pérdida de vidas en las guerras era un mal menor, que el fin justifica los medios, que para que haya paz tiene que haber gente sacrificada, que las guerras son buenas, le dan a cada uno lo que le corresponde, la ley del más fuerte, del más valiente, del más rico es totalmente justa. ¿Enserio me decís que esta persona debe caracterizarse como tal? ¿Hay alguién en su sano juicio que puede decirme que tiene que hacer? ¿Cómo alguien puede disfrutar, o entender el dolor de miles de niños, de padres y madres, de familias enteras destrozadas, argumentando que es un medio para conseguir un gran fin? Joder vivimos en un mundo destrozado y amargado por las guerras, y el que piense que en pleno siglo XXI als cosas han cambiado, que las guerras del pasado no volverán a repetirse están completamente equivocados, la codicia, el orgullo y el poder de los países nunca amainará, es más, me atrevería a decir que seguirá creciendo, y mientras esto no cambie, las guerras serán siendo el primer plato de la comida y de la cena de millones de personas, de todos nosotros.

No sé, me siento indignada ante estos comentarios, me siento detrozada ante estas fotos, me siento incapacitada para hacer nada, siento que mis palabras no tienen ningún sentido, que por mucho que reivindiquemos, por mucho que pidamos, los políticos siempre van a llevar la voz cantante y por mucha democrazia, por mucha solidaridad y por mucha paz que proclamen, siempre seremos tristes títeres en un mundo donde los peces gordos se sientan en sus cómodos sofás, fumándose un puro mientras ven todas las desgracias que han causado, sabiéndose seguros y protegidos, conscientes de que tienen cientos de peones trabajando a sus pies. Cientos de personas luchando por su causa quieran o no quieran, niños incluso, a quienes se les ha robado su infancia para enseñarles el arte de matar antes que el poder del amor, niños pequeños que han cambiado sus juguetes por armas de fuego, niños pequeños que piensan que el dolor, la sangre y la muerte es lo único que existe.



Creo que las imágenes hablan por si solas.


  • Mientras el color de la piel sea más importante que el color de los ojos, la guerra siempre seguirá. "Bob Marley"

  • Vivimos en un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día. "John Lennon"



Capítulo 4: Ladrones

lunes, 6 de junio de 2011

Aparco el coche en mi plaza de garaje, lo cierro con el mando a distancia y me alejo de él viendo como sus luces parpadeantes se despiden de mí. Subo en el ascensor hasta el piso número once, donde está mi apartamento. Es extraño, no he visto en todo el camino a Etha, ¿Se habrá perdido? En fin, me encojo de hombros y salgo del ascensor ya con las llaves preparadas, si se ha perdido mucho mejor para mí. Pero cuando giro la esquina me quedo helada. Ahí está él, con sus aires de indiferencia, apoyado en la puerta de mi casa, con la cabeza agachada y pinta de estar aburrido. ¿Cómo cojones lo ha hecho?
-Ahh, ya pensaba que te habías perdido- dice con su sonrisa perfecta. Dios, cada segundo que pasa lo odio más.
-Pensaba que habías tenido un accidente y te había perdido de por vida- paso a su lado y lo aparto de un fuerte empujón para meter la llave en la cerradura y abrir la puerta del apartamento- veo que por desgracia no ha sido así.
-Veo que eres tan amable como me había dicho Raily- entra detrás de mí, sin esperar una invitación por mi parte, la cual, obviamente, no hubiese tenido.
Enciendo las luces del salón y de la entrada. Dejo las llaves en la mesa y tiro la mochila al suelo, sin cuidado de donde caiga. Entro en la cocina y me bebo un gran vaso de agua. Ethan se queda parado donde está, observando el piso. Su mochila al hombro y una pequeña bolsa de viajes en la mano derecha. El pelo revuelto de cualquier forma pero que le da un aspecto bastante sexy, le tapa ligeramente los ojos de un apagado color verde. La camiseta negra de tirantes que lleva muestra unos brazos bastante musculados. Joder Kayla céntrate, deja de pensar en este gilipollas. Me giro sacudiendo la cabeza para apartar su imagen de mi cabeza, pero al darme la vuelta me lo encuentro de frente, y debido a la inercia acabo chocándome con él y derramando el vaso de agua al suelo.
-¡Joder! Avisa si vas a aparecer así de repente.
-Esperaba que tus reflejos estuviesen un poco más hábiles- dice sonriendo triunfal.
-Los pobres intenta apartar de su radar cierto tipo de cosas desagradables, como tú.
-¿Se puede saber por qué me odias tanto? Vamos a ser compañeros, se supone que tú y yo tenemos que llevarnos bien.
-En el manual no dice nada de que tengamos que ser íntimos, y lo siento, no suelo llevarme bien con la gente que se aprovecha de mi.
-Oh, no, yo no me aproveché de ti- su sonrisa se hace más ancha- creo recordar que te sentías bastante bien en mi compañía…
Con toda la rapidez que me caracteriza le empujo contra la encimera de la cocina, hace una mueca de dolor cuando su espalda choca fuertemente contra la esquina de esta. Le agarro con ambas manos de la camiseta tirándole hacia atrás. Su rostro está a escasos centímetros del mío. En el suyo se puede leer la incertidumbre y el dolor, en el mío el asco y la furia.
-Nunca, escúchame bien, nunca vuelvas a mencionar eso.
-¿No te gustó Kail?- pregunta mezquino, aun a sabiendas de que no está en muy buenas condiciones para una lucha- Yo pensé que disfrutaste mucho.
-Tu…- me quedo unos segundos más sujetándole por la camiseta, y después con un largo suspiro lo suelto, me aparto unos pasos y él se incorpora- ¿Por qué?- pregunto indiferente, aunque en el fondo es una pregunta que me lleva quemando desde que supe quién era- ¿Por qué lo hiciste si sabías quien era yo?
Me mira unos instantes sin responder, parece como si no hubiese entendido la pregunta. Después se encoje de hombros como si no tuviese nada de esto importancia.
-No es una pregunta que quiera responderte ahora mismo.
Asiento sin insistir un segundo más.
-Sígueme, te voy a enseñar tu habitación.
Sin una palabra más, subimos las escaleras y le enseño la habitación en la que va a dormir esta semana. Es pequeña pero suficiente para el tiempo que va a estar. Tan solo tiene una cama pequeña en una esquina, un escritorio de madera desnudo y un pequeño armario al fondo. Una vez que deja las cosas en el suelo, le enseño el cuarto de baño que puede utilizar. Meo voy para que se asee y me apresuro a entrar en mi habitación. Me quito la ropa rápidamente y me meto en la ducha. El agua caliente me sienta de maravilla, relajando todo mi cuerpo, despojando mi mente de cualquier pensamiento. Cuando el agua empieza a enfriarse, cierro el grifo y salgo empapando todo el suelo, otra vez Nana me ha dejado sin toalla para los pies. Pero bueno, es ella quien limpia. Voy hasta el armario dejando un rastro de gotas a mi paso y me pongo el pijama para meterme directamente en la cama, esta noche no tengo ganas de nada. Apago la luz, bajo la persiana y me meto entre las frías sabanas. La oscuridad me calma y el silencio apaga todos mis sentidos dejándolos casi aturdidos. Pero esta maravillosa calma no dura mucho, el móvil empieza a sonar.
-Ray, se suponía que esta semana ibas a dejarnos tranquilos.
-Hola preciosa, nah, solo quería saber que tal os había ido y como se había instalado mi angelito.
-Tu angelito- digo con veneno en mis palabras- estará estupendamente en la habitación de invitados que dejaste preparada, gracias por tu amabilidad.
-Siempre pensando en los demás, en el fondo soy un gran tipo.
-Quitando el hecho de que eres un ladrón retirado, que tienes a cientos de secuaces haciéndote el trabajo sucio, que no tienes ningún reparo en extorsionar, mentir, torturar o incluso matar, sí, eres un gran tipo Ray.- Digo irónicamente.
-Eres maravillosa Kail, lo sabes ¿no?- no obtiene respuesta, es una pregunta bastante lógica- en serio, sé que ahora me odias, pero con el tiempo descubrirás que trabajar con Ethan va a ser muy productivo para ambos… y para mí.
-No quiero discutir ahora, dejémoslo para otro día, estoy molida, me voy a dormir. Adiós Ray, esperaré impaciente la próxima misión- y le cuelgo antes de que pueda decir nada más. Dejo el móvil en silencio para que ya nadie pueda molestarme y me duermo en cuanto mi cabeza se apoya en la almohada.
<> Un golpe ligero y constante se introduce en mis sueños, haciéndose cada vez más sonoro, más constante, más…
¡Joder! Me levanto de la cama asustada. He tenido un sueño rarísimo. Con los pies desnudos bajo las escaleras hasta la cocina a por un vaso de agua. Pero en el camino, ese sonido como de golpes que oía en mis sueños sigue molestándome. ¿Qué coño será? Cuando estoy en el piso de abajo se oyen más fuertes y por fin logro ubicar de donde vienen. Alguien está llamando a la puerta. Con un sonoro bostezo me encamino despacio hacia ella y la abro. Pero al ver lo que espera detrás de ella todo el sueño se me va de golpe. Es Jeremy. Tiene toda la ropa y las manos manchadas de sangre. Me quedo blanca y sin ser capaz de reaccionar. Las manos empiezan a temblarme y el corazón se me acelera.
-¿Qué coño te ha pasado?- pregunto histérica y echándome a un lado para dejarle pasar.
Él, con la mano derecha tapándose una herida del brazo, pasa a mi lado hasta el salón, y se tira cuan largo es en mi carísimo sofá de cuero, manchándolo todo de sangre.
-Eric y yo estábamos terminando el trabajo, pero las cosas se torcieron- hace un gesto de dolor cuando me acerco a él y le quito la mano del brazo para ver la herida. Pequeñas manchas negras empiezan a nublarme la vista, nunca he sido amante de la sangre y he de decir que no soy capaz de enfrentarme a ella.- Eh, K, no hace falta que hagas esto- dice acariciándome el rostro- la herida no es tan grave.
-Jeremy te han disparado- digo en susurros- la herida es grave, necesitas ir a un hospital.
-No puedo- dice mostrándome su media sonrisa perfecta- es una herida de bala, llamarían a la policía y me interrogarían, no podemos dejar que eso pase.
Sé que tiene razón pero yo no voy a poder ayudarle. Me levanto de su lado y voy a por unas vendas, gasas, alcohol para desinfectar la herida y unas pinzas. Cuando me ve con todo el material médico se ríe de mi, sabe que no voy a ser capaz de sacarle la bala y curarle la herida.
-Déjalo, llama a alguno de los chicos que vengan a ayudarte.
-Cuéntame que ha pasado- digo haciendo caso omiso de su comentario.
-Estábamos terminando la misión y las cosas se torcieron, la cagamos al desconectar la alarma, tenía una doble clave, y no nos dimos cuenta, entramos y sonó. Nos rodearon los guardias del museo, echamos a correr y salimos, pero uno de ellos acertó en la espalda de Eric, se cayó al suelo, fui corriendo a recogerle y me dieron en el brazo, Eric estaba mal, realmente mal, otra bala le acertó en el cuello y empezó a desangrarse rápidamente, tuve que irme y dejarlo solo, ¡LO ABANDONÉ!- las lágrimas empiezan a formarse en sus ojos, veo el dolor que siente, no me doy cuenta en un primer momento, pero yo también estoy llorando- salí corriendo en la moto, me siguieron durante unos minutos pero luego los perdí, vine aquí en primer lugar, te llamé al móvil pero no me lo cogías y luego estuve diez minutos aporreando la puerta hasta que abriste, siento haber venido pero yo…- le corto poniéndole un dedo en los labios.
-Has hecho bien, no podías ir a tu casa.
-Dios Eric está muerto.
Le miro a los ojos apenada y lo abrazo para consolarlo, pero la muerte de su compañero es algo que no va a superar con facilidad, ni yo tampoco.
-Ay- grita cuando al moverme le presiono la herida.
-Lo siento- empiezo a revolotear a su alrededor pero soy incapaz de hacer nada, me estoy empezando a marear enserio con tanta sangre.
-¿Qué pasa Kayla?- Es Ethan que baja somnoliento las escaleras, y cuando ve a Jeremy se queda petrificado. Por primera vez desde que descubrí quien era, me alegro enormemente de verlo.

Capítulo 3: Ladrones

miércoles, 1 de junio de 2011

Dios, he pasado la peor semana de mi vida, con la carpeta de mi asignado en la mesilla del cuarto, sin tener narices para abrirla, pensando que si no sé quién es no existe. Los días se me han agotado, hoy tendré que conocerle. Tengo la información en mi mano, así que, dándole un gran trago a mi café con leche abro la carpeta amarilla. ¡No puede ser, esto tiene que ser una jodida broma! ¿Matt? ¿Matt es mi compañero? Oh Dios mío, me quiero morir, es el tío con el que ligué en el bar la semana pasada. Empiezo a leer toda su información, dándome cuenta de que su verdadero nombre es Ethan Cryff, de veintidós años, con una carrera increíble, aunque nunca podría superarme, pero es de los buenos, de los mejores.
Recojo medianamente la cocina para quitarle un poco de trabajo a Nana y subo corriendo a la ducha, como me despiste llegaré tarde, la reunión de hoy no es en el cuartel, es fuera de la ciudad, en una de las cabañas secretas de Ray, donde debía estar hasta ahora Ethan. Cuando salgo de la ducha me hago una trenza un tanto desecha a un lado y me visto con unos pantalones pitillos negros y una camiseta ancha del grupo Nirvana. Meto en la mochila todas mis armas y la carpeta con la información de Matt… digo Ethan, pero mi Glock nueve milímetros la ajusto en mi cinturón del pantalón y salgo con el coche en la dirección que me han enviado al Iphon.
Llego al cabo de una hora de conducción, y tras pasar todos los controles de seguridad de adentro en un pequeño patio perfectamente cuidado. Hay un caminito de piedra bordeado por una fina hierba de un verde muy intenso. Al fondo hay una pequeña cabaña de madera de aspecto nuevo. Me acerco a ella desganada y llamo a la puerta. Me abre Arnau, el guardaespaldas personal de Ray.
-Pasa princesa, te esperábamos- Dice mi jefe desde el fondo, suena divertido.
Paso a la sala que me indica Arnau. Se ve oscura, con las paredes pintadas de un color granate más oscuro de la media y con todos los muebles de color caoba y negros. Doy un vistazo rápido a la habitación para detectar puntos débiles. Hay dos hombres detrás e las puertas, cuatro cámaras de video vigilancia, una en cada esquina de la habitación. Ray lleva su pistola metida dentro del cinturón, lo aprendí de él, y un cuchillo en el tobillo.
Ambos están sentados en dos cómodos sofás de cuero, Raily fumando mientras Ethan pone cara de desagrado ante el humo que le llega.
Sin dejar de observar la habitación me acerco a la mesa donde Ray ha dejado el tabaco, le robo un cigarro y me lo enciendo con mi mechero. Le doy una larga calada y centro mi atención en Ethan.
-A sí que Matt ¿No?- Digo mirándole fijamente.
-Rose...- dice con una pícara sonrisa.
Nuestras miradas se entrecruzan, una ferviente lucha, verde contra azul. Su expresión es curiosa y calculadora, la mía fría y amenazadora.
-¿Tú sabías quien era verdad?- pregunto amenazadora- en el bar digo…
Su sonrisa se ensancha.
-Sí- se encoje de hombros como si fuese lo más normal del mundo.
-Eres un gilipollas.
-Y tú una inconsciente.
Cuando estoy a punto de abalanzarme sobre él, Ray apoya una mano en mi hombro.
-¿Os conocíais?- pregunta curioso. La tensión carga el ambiente. Todos mis músculos están preparados para atacar. Me siento vacía sin mis armas, pero por seguridad tuve que dejarlas en la entrada.
-Más o menos- Responde Ethan- tuvimos una… profunda conversación hace una semana.
-Interesante, me ahorráis un valiosísimo tiempo- dice agitando la mano pesadamente- marchaos tengo cosas que hacer.
-¿Y la misión Ray?
-Últimamente estoy generoso, tenéis una semana para conoceros a fondo, intentaré tener tu piso listo para cuando empecéis el trabajo, mientras tanto Kay te dejará acomodarte en su casa.
Gruño en mi interior, odio a este tío y ahora mismo a Ray. Salimos en silencio de la cabaña y de la finca, con lo que consigo recuperar mis armas. Él con una sonrisa triunfal en la cara, yo malhumorada hasta la médula.
-Supongo que tendré que llevarte a casa ¿No?
-No- se gira y me mira con expresión interesante- creo recordar donde vives, y mi moto está aquí- dice señalando a una preciosa Harly Davinson del 68, en color negro y plata. Uauu, me quedo boquiabierta pero intento recuperar pronto la expresión indiferente.
-Está bien, sígueme… si puedes- Y con esto, voy corriendo a mi coche y salgo a toda velocidad por la autopista.


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