La perfección mata, la sabiduría comete un error cada día

Capítulo 1

martes, 26 de abril de 2011

"¿Dónde están los buenos amigos que nunca se iban a ir, los bes..."
-Ay.- Grito en la dirección del imbécil que me a empujado tirándome el ipod al suelo y que, como siempre, ni se ha dado cuenta de que me ha golpeado.
Sigo andando por los pasillos del instituto comprobando que el ipod sigue vivo. Vuelvo a poner la canción de la fuga que estaba escuchando y sigo a la marea de adolescentes que se dirigen a las clases e primera hora.
Entro en el aula 3 y enseguida Don Ramón, mi profesor de filosofía, empieza a explicarnos las teorías sistemáticas de la verdad. Me tapo el auricular derecho con el pelo y me abandono a al quebrada voz del cantante de extremoduro con la canción de standby. Cierro los ojos y me alejo de aquí, dejando que mis pensamientos vuelen con ella. Mi amiga, mi mejor amiga mejor dicho, auqella que me abandonó hace dos meses. Se fue, dejándome sola y vacía, pero viva. Tan solo ella fue la que recibió el castigo de nuestros pecados y eso me mata por dentro. Las pesadillas gritando su nombren no amainan.
Los ojos empiezan a llenárseme de lágrimas, no puedo aguantarlo más, y ganándome por primera vez en todo lo que llevo en este instituto las miradas de mis compañeros, salgo corriendo de clase en dirección al baño. Me miro al espejo y me doy asco. Mi pelo castaño ha perdido todo el brillo y la forma de antaño, pareciendo ahora un triste estropajo. Mis ojos grises están rojos e hinchados, enmarcados por profundas ojeras. ¿Desde cuando me he perdido tanto? ¿Qué coño he hecho? No puedo aguantar más el odio que siento, así que, con todas las fuerzas que me quedan, suelto un puñetazo al espejo a la altura de mi cabeza.
El dolor es instantáneo. Noto como la sangre recorre velozmente mis dedos y van a caer al lavabo. El espejo se ha fragmentado en cinco trozos grandes y cientos pequeños, varios de los cuales se han quedado pegados a mi herida. Sí, así es como me siento, rota por dentro. El dolor es tan agudo que tengo que cerrar los ojos y apretar los dientes con fuerza. Abro la puerta del baño para ir a la enfermería. No veo al chico que me tira al suelo hasta que vuelvo a abrir los ojos.
-Perdona, no te había visto.- Dice Mario Escriche, un chico bastante mono. Lo conozco porque coincidimos en un par de clases. Pero no es el típico chico-mono-popular.
Al ir a darle la mano para levantarme se pone pálido.
-¿Qu..Qué te ha pasado?
-Un mal golpe.- Digo un poco áspera.
-Si tu lo dices- me mira interrogante, pero no hace más preguntas- ven, te llevo a la enfermería, eres nueva ¿No?
Su pregunta me cabrea ¡Joder no soy tan invisible!
-No, llevo un par de meses aquí.
-Ah bueno, pues yo soy Mario.- Me dice con una amplia sonrisa que lo hace parecer aún más mono.
-Lo sé, vamos juntos a algunas clases.- Sé que estoy siendo un poco arisca, pero que queréis, con una mano sangrando una no tiene mucho tiempo para sonar divertida.
-Eh, si ya... jejeje.- Se ha puesto tan rojo que se parece a los tomates que me obliga mi madre a cenar todas las noches. Me río por dentro, pero no soy capaz de expresar esa risa.
Me levanto poniendo mucho cuidado de no apoyar en ningún lado la mano derecha. Aunque no sea excesiva la sangre que me sale, empiezo a marearme. Siempre he sido muy sensible a su olor. Mario me agarra de la cintura y me lleva a la odiada enfermería. No puedo evitar ponerme nerviosa, hacía tanto que no iba, desde que ella se fue... Igual me estoy volviendo un poco loca, puede ser, no lo sé. lo que sí puedo asegurar es que las paredes blancas, la camilla con la sabana verde y los instrumentos médicos me ponen los pelos de punta. En lo más profundo de mi cabeza oigo su voz "Solo tenemos que sonreír y hacer que no pasa nada, no podemos dejar que nos lleven al médico Kat" No puedo dejar que lo hagan. Sé que Mario me está hablando, pero yo no le hago caso. Cierro los ojos y empiezo a relajar los nervios. Mis manos tiemblan tanto que son incapaces de sostener nada. Mario se percata de mi estado de ánimo y me sienta en la camilla, apoyando su mano sobre mi hombro.
Entra le enfermera vestida con su horrible bata blanca y sus zuecos a juego, los recuerdos vienen a mi con tanta intensidad que es como si los estuviese volviendo a vivir. Ella sonriendo y llamándome para que baile, ella gritando en la calle, ella en el baño diciéndome que todo saldría bien, ella metida en una caja de madera, apunto de ser enterrada. Mi cabeza no puede aguantar tanta presión, tanto dolor, así que con un sonoro clik, por lomenos perceptible para mis odios se apaga, dejándome sumida en la más absoluta oscuridad.

2 comentarios:

Lilian dijo...

wowwww q tristeeeeee!!! muy bonito yo hize una historia de un par de amigas tambn ;) :

http://cientounviajeshistoria.blogspot.com/search/label/Un%20regreso%20de%20pensamientos

Cali dijo...

oh dios.... voy a llorar, en serio... precioso..

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